Compositoras-8. Impresionismo musical. Lili Boulanger

Marie-Juliette Olga Boulanger (1893-1918), conocida como Lili Boulanger, es una compositora francesa enmarcada dentro de la música impresionista de la época moderna. En su biografía destaca la gran formación musical que recibió en el seno de una familia de músicos y cantantes. Desde muy joven dio muestras de un gran talento musical, recibió clases de piano impartidas por Gabriel Fauré, a los 6 años comenzó a recibir lecciones de armonía y su hermana Nadia la introdujo en el estudio de la fuga. Pero su gran vocación fue componer, y con la cantata Faust et Hélène se presentó en 1913 al prestigio Premio de Roma, premio de composición muy codiciado en Francia, y lo ganó. Fue la primera vez que una compositora recibió este premio. Destacó además por su destreza en el canto y en la interpretación instrumental con el violín, violonchelo, arpa, piano y órgano.

Desgraciadamente una enfermedad crónica que padeció desde muy niña la llevó a la muerte antes de cumplir 25 años. La neumonía que padeció en su infancia le provocó una patología intestinal grave, sin posible curación. Lili Boulanger, conocedora de su corta esperanza de vida, se dedicó a componer sin tregua, incluso postrada en la cama. Su obra y su legado es grande, compuso numerosas piezas instrumentales, música coral y vocal con acompañamiento instrumental. La temática de muchos sus trabajos es de inspiración bíblica y religiosa, y se manifiesta en su obra una tristeza profunda. Su obra es hoy muy conocida gracias a su hermana Nadia que se encargó de recopilar y dar a conocer sus composiciones. A pesar de ello algunas obras se han perdido y otras están inacabadas.

Harry Halbreich, The Spirit Blows Wherever It Will , escribe sobre la compositora: “La música de Lili Boulanger, manifestación del genio en estado puro, expresa con agudeza, a veces rayana en lo insoportable, una vida espiritual de fabulosa riqueza. Pero incluso sus claros demasiado raros conservan una profundidad de gravedad y luto, lo que refleja una tragedia experimentada en carne martirizada. Ahora, el Espíritu transfigura este sufrimiento en pura belleza sobrecogedora»


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